¿Qué son los glóbulos blancos? ¿Se pueden aumentar los glóbulos blancos?
Los glóbulos blancos son un tipo de célula de la sangre que se producen en la médula ósea. Su función es la de proteger al organismo ante la invasión de virus, bacterias, infecciones y enfermedades. Aumentar los glóbulos blancos es sinónimo de tener un sistema inmune fuerte. Esto nos ayuda a reducir los riesgos de contagiarse de COVID-19, de desarrollar enfermedades o infecciones que pueden manifestarse en formas graves.
Según diversos estudios, vitaminas como la A, C, D, E, minerales como el hierro, zinc, selenio son esenciales para este fin.
¿Cómo podemos aumentar los glóbulos blancos con la alimentación?¿Qué nutrientes son esenciales para tal fin?
Vitamina A o retinol
Las sustancias como el retinol (vitamina A) se han estudiado y se han podido observar que las mismas contribuyen en la maduración y diferenciación de varios tipos de células (entre ellas las del sistema inmune). Tanto el déficit como el exceso de esta vitamina vuelven susceptible al organismo a la infección por patógenos. Es decir, si yo estoy ingiriendo menos vitamina A, mi organismo se encuentra más vulnerable a los tejidos pulmonares, intestinales y los ojos a diferentes patógenos. Así mismo, a nivel intestinal también pueden generarse por déficit, lesiones que permitan la entrada de virus y bacterias al organismo.
En el caso que consumamos esta vitamina en exceso para aumentar los glóbulos blancos, suprime las funciones de las células T responsables de la inmunidad, contribuyendo a un mayor riesgo de infecciones por patógenos.
La vitamina A la podemos encontrar en alimentos como: zanahoria, espinaca, calabaza, huevo entero, cereales y leche fortificados y brócoli.

Vitamina D
La vitamina D actúa sobre los linfocitos T. La misma ayuda a mediar la respuesta inmune a través de los glóbulos blancos.
La síntesis de vitamina D se logra exponiendo, no más de 15 minutos, nuestro cuerpo a los rayos del sol sin protector solar (más tiempo que este es necesario el uso del protector), consumiendo alimentos como la yema de huevo de gallinas criadas con exposición a la luz solar , lácteos y cereales de desayuno fortificados con dicha vitamina.
En caso de ser necesario, según los resultados bioquímicos, la edad y lugar donde resida la persona, también podemos suplementar con esta vitamina.

Vitamina E o tocoferol
La vitamina E posee un gran poder antioxidante ayudando a la protección de las células contra los radicales libres, compuestos producidos en la digestión de los alimentos. Por otro lado, la vitamina E estimula al sistema inmunitario para combatir aquellos virus y bacterias que lo puedan invadir.
La vitamina E se encuentra en semillas y frutos secos, espinaca, brócoli y aceites vegetales (soja, girasol y maíz).

Vitamina C o ácido ascórbico
Por su parte, la vitamina C la encontramos en alimentos como: naranja, frutilla, mango, limón, kiwi, mandarina, melón, lima, durazno, naranja, brócoli, coliflor y pimiento (rojo u amarillo).
Si bien su efecto en la respuesta inmune aún se continúa estudiando, podemos decir que es considerada un vitamina con beneficios antioxidantes, estimula las funciones de los leucocitos, regula la respuesta inmunitaria a través de sus funciones antioxidantes y antivirales, reduce la incidencia y severidad en los resfriados.

Zinc
El zinc es un mineral que, si bien no se suele nombrar mucho, éste es necesario para la síntesis de ADN y la regeneración de tejidos. Está presente en enzimas que participan de la digestión y generan energía es, además, un componente esencial del cerebro.
Si bien aún se está estudiando la relación entre el sistema inmune y el zinc, se ha visto que la deficiencia del mismo contribuye negativamente en la acción de aumentar los glóbulos blancos. Es decir, cuando las concentraciones de zinc en el organismo se encuentran bajas, nos volvemos más propensos a infecciones y diversas enfermedades.
La dosis diaria de zinc en adultos es de 12 mg diarios. Los alimentos fuente de este mineral son: ostras frescas, germen y salvado de trigo, carnes, huevo, palta, yema de huevo, levadura de cerveza, sardina, pollo, garbanzos, leche.

Hierro
El hierro es un microelemento fundamental para el desarrollo de diversas funciones. Si el mismo es insuficiente para cubrir los requerimientos diarios se producen etapas progresivas de severidad por deficiencia de hierro. Las consecuencias de su deficiencia pueden manifestarse como alteraciones de la capacidad de trabajo físico y de la actividad motora, alteraciones en la inmunidad y la capacidad bactericida de los neutrófilos, mayor susceptibilidad a las infecciones especialmente del tracto respiratorio.
Las legumbres, semillas, cereales, algas kelp, dátiles, melaza, verduras de hoja verde y carnes son fuentes de hierro. También lo podemos encontrar en la levadura nutricional.

Selenio
Aunque aún faltan estudios para comprobar la función del selenio, este parece actuar en conjunto con la vitamina E o tocoferol evitando el daño oxidativo celular. Por otro lado, se ha estudiado en animales y en humanos su capacidad de aumentar los glóbulos blancos, más precisamente, en la respuesta de los linfocitos frente a células efectoras citotóxicas.
Los alimentos que mayor cantidad de selenio contienen son: los vegetales (dependiendo si el suelo donde fueron cosechados son ricos en selenio), levadura de cerveza, pan integral, germen de trigo, carnes, pescados.

Conclusión
Siguiendo las leyes de la alimentación podemos decir que: Una alimentación suficiente en cantidad, calidad, adecuada y armónica, junto con el consumo diario de frutas y verduras de variados colores nos aportan vitaminas y minerales necesarios para el correcto funcionamiento del organismo y contribuyen a aumentar los glóbulos blancos y reforzar así, el sistema inmune.
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